jueves, 10 de octubre de 2013

Mirando la Sonrisa del jaguar

Había una chica nicaragüense
Que cabalgaba sonriendo sobre un jaguar.
Volvieron del paseo
La chica dentro
Y la sonrisa en el rostro del jaguar



Leer un libro sobre la revolución sandinista en pleno 2013 en Colombia, meses después que Juan Manuel Santos, presidente actual del país, anunciara la estrategia de expansión Nica en el caribe, puede ser bastante complejo.

Ha pasado mucha agua debajo del rio desde que Salman Rushdie visitó Nicaragua y escribió “La Sonrisa del jaguar” la Latinoamérica de ese entonces no es la misma de ahora, creo que en ese momento nadie se imaginaria que aparecería un personaje como Hugo Chávez, que cambiaría para siempre la manera de hacer política en la región, y de paso el actuar de muchos políticos.

Al leer este texto, me encuentro con una mirada independiente, que no está metida en esa cruel geopolítica latinoamericana que suele entender el mundo como blanco o negro, al atravesar el texto me encuentro con muchos poetas nicaragüenses que se unieron a una revolución, con lo bueno y lo malo de esta, con un ideal, un sueño que no evaluaré acá si se cumplió o no, porque hoy voy es hablar de este libro que me volví a encontrar.

Corre el año 1986 y Nicaragua es el centro de la esperanza latinoamericana, es la nueva “Cuba” la nueva base de la revolución en un continente que sueña con autonomía, una guerrilla ha llegado al poder expulsando a un dictador o más bien ha acabado con un legado dictatorial impuesto por la familia Somoza, son los tiempos de la teología de la liberación, donde se sueña con una nueva ruptura en el mundo católico, protagonizada por unos curas latinoamericanos que invitan a Dios a convertirse a los pobres, a acompañarlos en sus luchas, ya no es el ser humano el que es llamado a ser como Dios, sino que se invita a Dios a convertirse a los hombres y mujeres que luchan por sobrevivir.

Todo esto pasa en medio de una guerra, si bien es cierto la guerrilla Sandinista ganó el primer round, pero ahora se enfrentan a los Contras, una especia de contra insurgencia financiada por la CIA y apoyada abiertamente por el gobierno de Ronald Reaggan, una vez más, tal como paso en Chile, las fuerzas norteamericanas amenazan una revolución socialista que para muchos es la esperanza de América Latina. Ese Nicaragua, visto en los ojos de Rushdie es un país de poetas, donde todo el mundo escribe poesía, pero nadie tiene tiempo de escribir novelas, están en plena revolución.

Leo este libro desde Cartagena de Indias, la próxima ciudad “amenazada” por la amenaza expansionista Nica, hace algún tiempo Colombia perdió en la Corte Internacional de Justicia de la Haya parte de su “mar territorial” en un litigio con Nicaragua, me llama profundamente la atención que en el año 1986, año que se escribe el libro, Estados Unidos fuera llevado ante esta corte, por un caso contra Nicaragua, esto fue el 27 de julio de 1986, El Tribunal de Justicia de la Haya dicta sentencia contra los Estados Unidos, “la ayuda de EEUU a la Contra, el ejército contra revolucionario que la CIA ha inventado, reclutado, organizado y armado, es una violación del derecho internacional”, que mundo cíclico, y que sínicos algunos colombianos – o más bien, algunos abogados Colombianos- que desestimaban cualquier posibilidad en la demanda que Nicaragua realizo contra Colombia ante La Haya, diciendo que este pequeño país no tenía ninguna posibilidad “ante la larga tradición jurisprudencial Colombiana” y en la defensa de su territorio, le ganaron al gigante del norte en 1986 y aca los miraban como unos locos pidiendo mar.

No soy amante de las revoluciones armadas, sin embargo al leer esta versión de una revolución armada encuentro relatos de esperanza, de sueños, de cambios, un país que se consideraba El Egipto faraónico, donde Somoza era el Faraon y el pueblo los esclavos y que ahora se mira como la tierra prometida, desterraron al Faraon y cambia toda la visión del país, de los sueños de los retos.


No conozco Nicaragua, el libro me reta a conocerlo, y ver que quedo de eso que vio Rushdie, lo cierto es que algo tuvo o tiene, no en vano Cortazar también apoyo este sueño.

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