jueves, 16 de enero de 2014

La carta de Juan Gelman “a su nieta o nieto” escrita en 1995:

Dentro de seis meses cumplirás 19 años. Habrás nacido algún día de octubre de 1976 en un campo de concentración del ejército, el Pozo de Quilmes casi seguramente. Poco antes o poco después de tu nacimiento, el mismo mes y año, asesinaron a tu padre de un tiro en la nuca disparado a menos de medio metro de distancia. El estaba inerme y lo asesinó un comando militar, tal vez el mismo que lo secuestró con tu madre el 24 de agosto en Buenos Aires y los llevó al campo de concentración “Automotores Orletti” que funcionaba en pleno Floresta y los militares habían bautizado “El Jardín.

Tu padre se llamaba Marcelo. Tu madre, Claudia. Los dos tenían 20 años y vos, siete meses en el vientre materno cuando eso ocurrió. A ella la trasladaron –ya vos en ella– al Pozo cuando estuvo a punto de parir. Allí debe haber dado a luz solita, bajo la mirada de algún médico cómplice de la dictadura militar. Te sacaron entonces de su lado y fuiste a parar –así era casi siempre– a manos de una pareja estéril de marido militar o policía, o juez o periodista amigo de policía o militar. Había entonces una lista de espera siniestra para cada campo de concentración: los anotados esperaban quedarse con el hijo robado a las prisioneras que parían y con alguna excepción, eran asesinadas inmediatamente después. Han pasado 13 años desde que los militares dejaron el gobierno y nada se sabe de tu madre. En cambio, en un tambor de grasa de 200 litros que los militares rellenaron con cemento y arena y arrojaron al río San Fernando, se encontraron los restos de tu padre 13 años después. Está enterrado en La Tablada. Al menos hay con él esa certeza.

Me resulta muy extraño hablarte de mis hijos como tus padres que no fueron. No sé si sos varón o mujer. Sé que naciste. Me lo aseguró el padre Fiorello Cavalli, de la Secretaría de Estado de El Vaticano, en febrero de 1978. Desde entonces me pregunto cuál ha sido tu destino. Me asaltan ideas contrarias. Por un lado, siempre me repugnó la posibilidad de que llamaras “papá” a un militar o policía ladrón de vos, o a un amigo de los asesinos de tus padres. Por otro lado, siempre quise que, cualquiera que hubiese sido el hogar al que fuiste a parar, te criaran y educaran bien y te quisieran mucho. Sin embargo, nunca dejé de pensar que, aun así, algún agujero o falla tenía que haber en el amor que te tuvieran, no tanto porque tus padres de hoy no son biológicos –como se dice– sino por el hecho de que alguna conciencia tendrán ellos de tu historia y de cómo se apoderaron de tu historia y la falsificaron. Imagino que te han mentido mucho.

También pensé todos estos años en qué hacer si te encontraba: si arrancarte del hogar que tenías o hablar con tus padres adoptivos para establecer un acuerdo que me permitiera verte y acompañarte, siempre sobre la base de que supieras vos quién eras y de dónde venías. El dilema se reiteraba cada vez –y fueron varias– que asomaba la posibilidad de que las Abuelas de Plaza de Mayo te hubieran encontrado. Se reiteraba de manera diferente, según tu edad en cada momento. Me preocupaba que fueras demasiado chico o chica –por no ser suficientemente chico o chica– para entender lo que había pasado, lo que habías pasado. Para entender por qué no eran tus padres los que creías tus padres y a lo mejor querías como a padres. Me preocupaba que padecieras así una doble herida, una suerte de hachazo en el tejido de tu subjetividad en formación.

Pero ahora sos grande. Podés enterarte de quién sos y decidir después qué hacer con lo que fuiste. Ahí están las Abuelas y su banco de datos sanguíneos que permiten determinar con precisión científica el origen de hijos de desaparecidos. Tu origen. Ahora tenés casi la edad de tus padres cuando los mataron y pronto serás mayor que ellos. Ellos se quedaron en los 20 años para siempre. Soñaban mucho con vos y con un mundo más habitable para vos. Me gustaría hablarte de ellos y que me hables de vos. Para reconocer en vos a mi hijo y para que reconozcas en mí lo que de tu padre tengo: los dos somos huérfanos de él. Para reparar de algún modo ese corte brutal o silencio que en la carne de la familia perpetró la dictadura militar. Para darte tú historia, no para apartarte de lo que no te quieras apartar. Ya sos grande, dije.

Los sueños de Marcelo y Claudia no se han cumplido todavía. Menos vos, que naciste y estás quién sabe dónde ni con quién. Tal vez tengas los ojos verdegrises de mi hijo o los ojos color castaño de su mujer, que poseían un brillo muy especial y tierno y pícaro. Quién sabe cómo serás si sos varón. Quién sabe cómo serás si sos mujer. A lo mejor podés salir de ese misterio para entrar en otro: el del encuentro con un abuelo que te espera”.



miércoles, 15 de enero de 2014

Muere el poeta argentino Juan Gelman

El día de ayer - 14 de enero de 2014- se conoció la noticia en hora de la noche, ha muerto otro gran poeta latinoamericano, conocido por sus versos, operas, cuentos y vida revolucionaria, que lo obligó a vivir en el exilio y el asesinato de su hijo y nuera. 

Juan Gelman Burichson. (Buenos Aires, 3 de mayo de 1930). Poeta, traductor y periodista argentino, fue considerado como el poeta más importante de su generación. 

Hijo de emigrantes ucranianos, ejerce diversos oficios antes de dedicarse al periodismo, por esos años, Argentina sufrió una de las peores dictaduras militares de América, y a causa de su actividad periodística y política vivió en el exilio entre 1975 y 1988, pasando por Roma, Madrid, Managua, Paris, Nueva York y Mexico, durante esos años en el exilio fue condenado a muerte por la dictadura argentina y sufre el drama de los desaparecidos cuando su hijo Marcelo Gelman Schubaroff y su nuera María Claudia García Iruretagoyena Casinelli entra a formar parte de los cientos de miles “perdidos”.

Gelman trabajó en su juventud en el periódico “Rojo y Negro”, junto con otro fundó el grupo de poetas “El pan duro”, secretario de redacción de “Crisis”, director del suplemento cultural de “La Opinión” y jefe de redacción de noticias, con la UNESCO ejerce como traductor y en el 2007 colabora con “Pagina 1/2.

Poeta adscrito al realismo crítico y al intimismo, en su poesía es constante la cotidianeidad, la política, la denuncia y la indignación ante la injusticia, de su producción poética se destaca “Violín y otras cuestiones”, “El juego en que andamos”, “Velorio del solo”, “Gotán”. “Sefini o Colera Buey”, entre su obra poética se resalta Sidney West, Traducciones, Fabulas, Relaciones, Hechos y relaciones o Si tan dulcemente.

Junto con Osvaldo Bayer escribe “Exilio” y otras de sus obras son “Citas y comentarios”, “Hacia el sur”, “Composiciones”, Carta a mi madre” y “País que fue será”.

Su antología “Pesar todo” fue galardonada con el premio de poesía José Lezama Lima, concedida por la Casa de las Américas. En 2005 publica una nueva antología “Oficio ardiente”, reuniendo poemas publicados a los largo de 50 años y otros inéditos.

Entre los premios literarios que recibió se cuentan el Premio Nacional de Poesía en 1997, Premio Reina Sofía de Poesía en 2005, Premio Cervantes en 2007 y en 2009 la Asociación de Poetas Chinos le otorga el Premio Antílope Tibetano.

Juan Gelman también exploró la música, escribiendo dos óperas, “La trampera general” y “La bicicleta de la muerte”, así como dos cantatas, “El gallo cantor” y “Suertes”, uniéndose a esta colección musical varios LP.

lunes, 6 de enero de 2014

Carta de Andres Caicedo a su madre antes de suicidarse


Mamacita: Cali, 1975.

Un día tú me prometiste que cualquier cosa que yo hiciera, tú la comprenderías y me darías la razón. Por favor, trata de entender mi muerte. Yo no estaba hecho para vivir más tiempo. Estoy enormemente cansado, decepcionado y triste, y estoy seguro de que cada día que pase, cada una de estas sensaciones o sentimientos me irán matando lentamente. Entonces prefiero acabar de una vez. De ti no guardo más que cariño y dulzura. Has sido la mejor madre del mundo y yo soy el que te pierdo, pero mi acto no es derrota. Tengo todas las de ganar, porque estoy convencido de que no me queda otra salida. Nací con la muerte adentro y lo único que hago es sacármela para dejar de pensar y quedar tranquilo....

Acuérdate solamente de mí. Yo muero porque ya para cumplir 24 años soy un anacronismo y un sinsentido, y porque desde que cumplí 21 vengo sin entender el mundo. Soy incapaz ante las relaciones de dinero y las relaciones de influencias, y no puedo resistir el amor: es algo mucho más fuerte que todas mis fuerzas, y me las ha desbaratado....

Dejo algo de obra y muero tranquilo. Este acto ya estaba premeditado. Tú premedita tu muerte también. Es la única forma de vencerla. Madrecita querida, de no haber sido por ti, yo ya habría muerto hace ya muchos años. Esta idea la tengo desde mi uso de razón. Ahora mi razón está extraviada, y lo que hago es solamente para parar el sufrimiento



Andrés