Escribir una historia en la que se muestre lo que se piensa y hacen los personajes al mismo tiempo, es un verdadero reto; porque para los ojos del lector es casi imposible percibir las dos cosas al mismo tiempo, sin embargo hay historias que nos permiten ver, oír, oler y sentir con los personajes cuando leemos.
Eso me pasó en estos días
con “Los Once”, novela gráfica escrita y dibujada por Miguel Jiménez, José Luis
Jiménez y Andrés Cruz. Obra que nos acerca a una de las historias más crudas de
nuestra realidad, la toma y retoma del palacio de justicia en noviembre de
1985. Acercarse a esta historia sin tener tintes políticos no es fácil, más por
los niveles de polarización que vivimos en Colombia –sobre todo en estos días
de elecciones presidenciales y procesos de paz-; por lo que la obra de estos jóvenes tiene un
toque especial, ese de atreverse a escribir y dibujar sin polarizar mientras
nos invita a recordar, pensar y actuar.
La primera vez que escuche
de “Los Once” fue el 2 de mayo del 2013, en Radionica, y luego supe más de esta
por la página de la emisora. Haciéndome
una idea de cómo era, me la imaginaba como la versión colombiana de Maus -Maus:
A Survivor's Tale, consideraba la
primera novela gráfica de todos los tiempos dibujada por Spiegelman y su
mujer Francoise Mouly- y comencé a buscarla en librerías de diferentes ciudades
de Colombia, sin encontrarla, hasta que al principio de este año, por redes
virtuales me enteré que ya se estaba distribuyendo en librerías, así que reinicié
mi búsqueda que terminó el pasado 20 de mayo, cuando al fin pude comprarla y
leerla en cuestión de días.
Para
mi alegría “Los Once” no es “Maus”, los once son nuestra historia, nuestra fuerte
historia llena de sonidos, de crisis al leer, de familias separadas,
destrozadas; y de imágenes que a veces no logramos definir pero sabemos que existen, que están ahí, aunque no podamos precisar
qué son, pero nuestros sentidos cargados de recuerdos, historias y sonidos si
lo hacen, y de una manera nítida sin caer en la trivialidad de siempre, en ese
devenir de quien tuvo la culpa.
“Los Once” no cae en eso, sino que pone en el
centro de la historia a una familia de ratones en medio de los humanos; me
parece que hay una intencionalidad de pensar en los que nadie pensó, mientras
el país debatía buscando culpables. Una abuela y su nieta – ratona – solo
esperaban una noticia, un milagro; y era que su familiar llegara, esa imagen es tan nuestra, tan colombiana.
Como
novela gráfica, “Los Once” me deja gratamente sorprendido, y sus dibujantes, –que
espero conocer en algún momento– me transmiten muchos sentimientos en medio de
las imágenes. Para mí, los textos y dibujos no se quedan solo ahí, es como si
al verlos y leerlos sintiera la angustia, los sonidos del momento, el vaivén de
los recuerdos y de los hechos que acompañan simultáneamente a los personajes,
este trabajo me deja profundamente emocionado y no es para menos, me esperaba
una copia más de Maus y encontré una verdadera sorpresa, una historia muy
nuestra, con nuestras lágrimas, dolores e intentos de reconciliación con el
pasado que continua tan presente.
¿Alguna
recomendación? Solo una, lean la historia porque no pienso contar spoilers, ¿recomendación
para los dibujantes? Solo que continúen realizando obras como estas, al
principio la historia me pareció corta o incompleta, pero al volver a leerla
encontré nuevos detalles que me permiten ver el por qué llega hasta ahí,
muchachos la del final es una muy buena imagen, ustedes supieron no poner una
palabra y eso lo dice todo.
Para
Laguna Libros, sigan apostándole a estos proyectos, son excelentes.